viernes, 19 de diciembre de 2008

Porque Jehovâ no mira lo que mira el hombre

Cuando en el Primer libro de Samuel leemos la historia de cômo llegô Samuel a la casa de Isaî, guiâdo por Dios para elegir al sucesor de Saûl por rey; Samuel iba con la espectativa de encontrar un hombre fuerte, con apariencia de guerrero, un personaje impresionante como lo habìa sido Saûl, que de hombros para arriba era mayor que todos. Pero lo que Samuel con todo lo que habîa tratato a Dios no sabîa, era que "Dios no mira lo que vemos los hombres" pues dice: "Porque Jehovâ no mira lo que estâ delante de sus ojos, sino el corazôn" (Primera Samuel 16:7).

En nuestro idioma existe la frase: Las apariencias engañan, y vaya si no es asî, hemos visto personas bien vestidas, con autos ûnicos, con grandes casas, con actitudes de desprecio hacia otras personas, y al paso del tiempo los vemos en los titulares de los diarios en vergonzosas situaciones, la razôn, porque sôlamente podîamos ver por fuera pero no sabîas lo que hacîan desde su corazôn.

Es asî, cômo, Dios no pone sus ojos en los hermanos mayores de David sino en êl que es el menor, y que lejos de tomar una espada (pues êl mismo lo confiesa mâs adelante ver capîtulo 17:39) se mantenîa pastoreando y tocando el arpa. La lecciôn quizâs sea que no debemos de ser orgullosos ni vanidosos, sino mâs bien humildes, y que no debemos menospreciar a quien tenemos delante nuestro porque no sabemos si a los ojos de Dios tiene mâs estima.