viernes, 5 de febrero de 2010

Pedir, buscar y llamar.

En cierta ocasión Jesús les dijo a los suyos: "Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y todo aquél que busca, encuentra; y todo el aquél que llama, se le abrirá" Y puso un ejemplo, que es el siguiente: ¿Quién de vosotros, si vuestro hijo le pide un pan, le dará una piedra? Y, aparte, dió una explicación: Si vosotros siendo "malos" no hacéis eso, cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, no os dará lo bueno"? (Mateo 7:7-11).

Tenemos que analizar bien las escrituras cuando las leemos, pues según los principios de Hermenéutica (Ciencia que estudia la interpretación bíblica), debemos entender claramente lo siguiente: ¿Qué fue lo que se dijo? ¿A quién se dijo? ¿Para qué se dijo? ¿Para qué tiempo se dijo? y ¿Por qué se dijo? Gracias a que NO seguimos esos principios básicos, es que vemos a muchos "incautos" nadando en aguas bajas y queriéndose parar en aguas profundas en la vida. Un ejemplo, hemos entrado a casas de creyentes que con mucho orgullo tienen en la sala de su casa leyendas como la que sigue: "Cree en el Señor Jesucristo y serás SALVO TU Y TODA TU CASA". Y pasan orando años de años y al final uno de sus parientes muere sin conocer a Jesús. ¿Qué pasó? ¿La promesa del cielo resultó mentira? NO. Lo que sucedió es que no nos dimos cuenta que ESA promesa fue dicha a un soldado que cuidaba la cárcel de Pablo cuando éste estuvo preso. La escritura es clara y dice: Entonces el soldado, temblando y postrado en tierra preguntó ¿Qué debo hacer para ser salvo, "YO"? Y, la promesa para "EL" fue: Que creyera en el Señor Jesucristo y sería salvo "él" y toda su casa. Pero eso no era un "patrón" de salvación como lo es Juan 3:16. Era "solamente" para "ese" soldado.

Tenemos que entender que la relación con Dios es personal, y que por lo tanto, los tratos de Dios para con nosotros son personales. Dios trata a cada hijo de diferente manera, lo mismo que hacemos nosotros con los nuestros. Para ciertas normas o reglas nosotros utilizamos los mismos métodos con nuestros hijos, pero, cuando se trata de asuntos personales no utilizamos los mismos métodos por parejo. Dios quiere que como hijos le pidamos, pero también nos dice: "El que pide para sus placeres, es como semilla que no da fruto y morirá" (Lucas 8:14). Pidamos, busquemos y llamemos... pero NO para nuestros placeres.