jueves, 4 de junio de 2009

En todo esto, no encontró Job despropósito en Dios.

De todos es conocida la historia de Job, uno de los grandes hombres de la fe crisitana, favorecido por Dios en todos los aspectos de su vida, llega el día en que Job lo pierde todo, y ese todo no era poco pues dice la Escritura acerca de él, que era el hombre más grande en todo oriente. Tenía siete hijos y tres hijas, siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísimos criados. Sólo en éste último detalle podemos apreciar cuán rico era Job, pues la costumbre en aquellos tiempos era que el amo le daba de comer todos los días y todos los tiempos a sus empleados.

Nos narra la Escritura que un día cuando los hijos de Dios se presentaban delante de EL, también vino satanás, al cuál luego de una pequeña charla, es Dios quien le tira al ruedo a Job, y no sólo lo tira al ruedo sino le da permiso para que lo sarandée. Así, satanás baja a la tierra y le quita a Job todo lo que posee, lo enferma y lo deja en la miseria... pero nos sigue narrando la historia que Job, en TODO esto no le encontró despropósito alguno a Dios.

Esto nos da varias lecciones: Una: Job sabía que estamos en la mano de Dios siempre. Dos: El sabía que podemos confiar en Dios pues EL no sólo no sabe sino no quiere fallarnos. Tres: Job sabía que alguna lección tenía Dios para él y para otras personas. Cuarto: Job sabía que Dios no se había apartado de él, sino solamente lo estaba probando. Por ello, en lo que nos pudiera estar aconteciendo el día de hoy, seamos como Job, no le encontremos despropósitos a Dios, EL sabe el por qué de nuestra situación actual, y el final será bueno. (Vea Job capítulos 1 y 2).