jueves, 26 de noviembre de 2009

La diferencia entre aguas tranquilas y aguas turbulentas

Hace unos días, hacia el final del invierno en Guatemala una hola de vientos azotó las mareas de nuestras playas, especialmente las del pacífico. Tuvimos el privilegio de estar frente a esas playas y ver y escuchar el estruendo de las olas al caer, habían momentos en los cuales daba mucho temor. Especialmente en la noche se escuchaban los retumbos de las olas, y francamente, con tantas noticias de sunamis, terremotos, etc, no dejaba uno de pensar ¿Qué sucedería si...? ¿Qué hacemos con los niños si...? ¿Quién nos ayudará si...? ¿Y aquí, para dónde corremos si...? Recordamos las palabras del poeta que escribió: "Sobre el inmenso mar profundo, se levanta un dragón; sobre las creztas de las olas veo su cabeza, que su cola deja caer serpentiente sobre el lomo de su superfice ".

Hoy, apenas hace treinta días, esas mismas aguas están tranquilas, las olas bañan la playa con una suavidad tan grande, que los niños huyen delante de ellas al venir y luego las persiguen al ellas retornar. TODO ES DIFERENTE, el agua da paz, las olas no gritan amenasantes como hace unos días, no hay temor en nadie, el mismo poeta diría: "El dragón está dormido". Imaginamos la escena hace 3,500 años. Un mar totalmente en calma, un mar que había sido recorrido tantas y tantas veces y nunca, había sido peligroso para los egipcios, el Faraón envía a sus soldados muy bien armados y preparados, sobre un pueblo que iba sin carros, sin barco alguno, es más, todo lo que le acompañaba era una dudosa fe puesta en un hombre, que apenas si estaba aprendiento a tener fe su Dios, Moisés. Llegan a la orilla del mar, un mar tranquilo, un mar en donde cualquier niño egipcio había jugado huyendo de sus olas al venir, para luego correr tras ellas al retornar, un mar que no daba temor a nadie, pero que ese día, sería diferente.

Mientras a una palabra suya se abría para que pasara su pueblo, al terminar de pasar éste, se convertiría en un mar cuyas olas gritaban abrazando y acallando el mismísimo grito de quienes perseguían al pueblo amado del único Dios. No quedó uno solo de los enemigos de los judíos, escena que volveremos a ver pronto en lo físico en Medio Oriente; y escena que vemos diariamente en nuestras vidas, quienes amamos a ese mismo Dios. "En el día de la angustia, CLAMA A MI, Y YO TE RESPONDERE", y tú me horarás todos los días de tu vida" (Salmo 50:15). Pero al malo dice: "¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y tomar mi pacto en tu boca? Esa es la difencia entre aguas tranquilas y aguas turbulentas en la vida de una persona cuyo Dios es el único Dios.