miércoles, 2 de diciembre de 2009

Y el libro de la vida fue abierto...

En Apocalipsis capítulo 20 y verso 12 Juan nos explica lo que mira en el gran trono de Dios cuando nos dice: "Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante de Dios; y los libros fueron abiertos, y el otro libro fue abierto, el cual era el "libro de la vida"; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras".

¿De cuándo data éste libro de la vida? ¿En dónde se hace su primera mención? ¿Hay alguna otra referencia de dicho libro? Veamos. Moisés acaba de bajar del monte Sinaí con las Tablas de la Ley, y al acercarse al pueblo escucha un murmullo de cantos y coros, al aproximarse más, ve con espanto que los israelitas, aquellos que acaban de ser salvados por un Dios invisible, se lo acaban de hacer visible construyendo y adorando un becerro de oro. Entonces no solamente lo destruye, sino que lo muele lo mezcla con agua y se los da a beber a todos (Exodo 32:20). Entre paréntesis, tanta autoridad sobre un sólo hombre solamente fue vuelta a ver en el Atrio del Templo, sobre Jesucristo, cuando latigió a los cambistas. Y, entonces Moisés ora delante de Dios de la siguiente manera: "Te ruego, pues este pueblo ha cometido UN GRAN PECADO, porque se hicieron dioses de oro; que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme de tu libro que has escrito". ¿Cuál libro? Pues el libro de la vida.

Ahora bien, lo impresionante y lo que nos ha llevado años de años discutiendo con los necios ¿Qué mayor pecado que negar a Dios? ¿Qué mayor pecado que blasfemar contra Dios, cuando apenas nos acaba de salvar de la muerte eterna? ¿A qué le podemos llamar pecado si no a negar a Dios ú olvidarnos de El? Y Dios responde: "Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro" (Exodo 32:33), pero, ahora, lleva a éste pueblo a donde te he dicho. ¿A dónde le había dicho que se lo llevara? PUES NI MAS NI MENOS QUE A LA TIERRA PROMETIDA. Cansa hasta el agotamiento, que cristianos no comprendan que la obra que Dios hace, la hace para siempre, es eterna. Un hijo suyo (un González, un Pérez) no deja de ser hijo por ser un borracho, por ser un estafador, por ser un vaina para la sociedad, sigue siendo SU hijo. Claro, el día que usted reparta sus bienes, no será él, precisamente el que herede lo mejor. Pero sigue siendo un Gonzáles, sigue siendo un Pérez, sigue siendo un hijo suyo, y, aún que usted le quite el apellido, sus genes, su ADN siguen en él. Pues si eso pasa con usted, imagínese con un hijo de Dios.