miércoles, 20 de mayo de 2009

Hombre, mujer, vida, muerte, infinito.

Si usted es una persona de 55 años en adelante, y además tiene buena memoria, recordará que en los años 60`s había, en la aún naciente televisión un programa de médicos que iniciaba con éstas palabras y sus respectivos símbolos (que lastimosamente no puedo representar físicamente aquí, para terminar de refrescarle la memoria). El hecho es que hace unos días tratando de conocer cómo funcionan éstos aparatos nuevos de comunicación (léase PC), los volví a ver y fueron innumerables los recuerdos que vinieron a mi mente, pero también una reflexión acerca del sentido espiritual que hoy tienen.

Sea una persona hombre o mujer, tiene solamente una vida por delane suyo, luego viene la muerte y ésta es para toda la eternidad, y a donde vayamos será por todo ese tiempo, la eternidad. Razón tenía Salomón cuando nos aconsejó: "Todo lo que te viene a la mano hacerlo, hazlo según tus fuerzas, porque al sepulcro, a donde vas, ho hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría" (Eclesiastés 9:10). Solamente se vive una vez, y luego la muerte, y luego el juicio de Dios, nos enseña la Escritura. Entonces vivamos haciendo el bien, hagámoslo según nos venga a la mano hacerlo, según las fuerzas que Dios nos conceda, sin limitaciones pero también sin afanes, porque luego hemos de morir, y a donde vamos dice Salomón, ya no hay obras.

Desde que conocí los caminos del Señor hace 28 años he visto la carrera del crisitiano como una analogía con una carrera universitaria, en donde todos conocemos el día en que la iniciamos pero ninguno sabe el día que la terminará; en donde desde el primer o segundo mes en que la iniciamos nos pasan el primer examen parcial (pruebas); en donde si no ganamos una materia (entiéndase lección espiritual), hemos de llevarla como retrasada, y por lo tanto, no podemos pasar de ciclo si no la aprobamos (en otras palabras tendremos que repetir el examen). Sí, seamos hombres o mujeres, solamente vamos a vivir una vida, luego vendrá la muerte, y en ella sabremos, dependiendo cómo hayamos vivido, el galardón o el castigo que nos corresponde para toda la eternidad.