sábado, 5 de diciembre de 2009

Primero, Dios; segundo la santidad.

Ultimamente hemos estado compartiendo el mensaje que nos legara el rabino Dr. Mortimer Cohen, quien fuera maestro multilingue de las escrituras en norteamérica en los años 60s. Y quien tradujera el Antiguo Testamento del hebreo al castellano, además de dejar por escrito algunos de los pensamientos de lo que él denominara "nuestros sabios antiguos".

De éstos, compartimos hoy el siguiente: "Para el pueblo judío, para el pueblo escogido por Dios, lo primero es amar a Dios sobre todo lo que está sobre éste mundo; pero, lo siguiente en la lista es: La santididad. Y la santidad es pureza de vida, la santidad es pureza de pensamiento, y es pureza de acción". Y, según la religión judía, la pureza en escencia, solamente podía encontrarse en un cuerpo limpio y sano, es por ello que cuidaban hasta de su comida. Asunto acerca del cual también Dios les dió indicaciones: Un judío, no debe contaminarse comiendo alimentos a los cuales Dios ha llamado impuros, ejemplos: a) No debe comer camello ni cerdo; b) No debe comer pescados que no tengan aletas o escamas; c) No debe comer aves de presa, pues comen carroña; d) No debe comer ninguna clase de insecto; y e) Nunca un judío debe comer sangre (cocida, ni mucho menos cruda) pues en la sangre está la vida de los seres (Levítico 17).

Bien haríamos entonces hoy, los que queremos pertenecer al pueblo de Dios, en seguir éstos consejos. Pues no se trata de adoptar la religión judía ortodoxa sino de seguir a Jesús el Cristo, aquél que vino a morir por nosotros para que fueramos parte del pueblo de Dios, a pesar de ser gentiles. Bien haríamos en buscar la "santidad", apartándonos de lo que es el mundo y buscando agradar a Dios como El lo ha pedido. No cuidándo nuestros cuerpos comiendo cualquier comida y no cuidando nuestra alma saliendo a lugares indebidos, no es precisamente buscar esa santidad.