miércoles, 29 de julio de 2009

Si tan sólo escucháramos y obedeciéramos su voz.

"A los que aman a Dios, todo les redunda en bien" (Romanos 8:28). Hace dos días nuestra máquina se infectó de un extraño virus, consultando con un hermano experto en informática nos aconsejó: Mientras no la limpiemos, mejor no la use. Eso hicimos, y hoy, luego de la limpieza y de haber seguido las instrucciones al pie de la letra, tenemos una máquina como nueva, limpia y a toda volocidad. ¡Qué importante fue haber recibido una instrucción y haberla obedecido! Nos comentaron de un caso similar cuyo propietario no hizo caso y perdió la máquina para siempre.

Muchas veces en la escritura Dios dice: "Oye hijo mío mi voz", "Si escucharas hijo mío mi voz", "Al que escuche éstas palabras y las obedezca". Dios está siempre hablando o queriendo hablar con sus hijos, pero sus hijos estamos demasiado ocupados como para poderlo escuchar. ¿Qué sucede entonces? Que simplemente los afanes, nos ahogan. Y por no escuchar las instrucciones luego nos encontramos en callejones que nos atormentan. Una de las bendiciones mayores en la escritura, la encontramos en el capítulo 28 de Deuteronomio, verso 1:"Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra".

Si alcanzáramos a entender la bendición de "escuchar y obedecer a Dios" nuestra vida sería distinta. Lo vemos en la natural en un trabajo, cómo un empleado que no sigue instrucciones es descalificado, cómo no será así en el caso de lo espiritual. Dice Dios: Si me oyes y sigues mis palabras, bendito serás en la ciudad, bendito serás en el campo, bendito será el fruto de tu vientre, bendito será el fruto de tu tierra, bendito será el fruto de tus animales, bendita será tu canasta, bendito serás en tu entrar y en tu salir, Jehová tu Dios derrotará a tus enemigos, Jehová enviará su bendición a tus graneros, y sobre todo aquello en que pongas tu mano... como te lo he jurado. Deuteronomio 28:2-9. La Palabra de Dios está de por medio si escuchamos y obedecemos a lo que nos dice, y EL no sabe mentir.