sábado, 18 de julio de 2009

Cuando hay amor, no importa el sacrificio.

Cuando alguien se enferma, se accidenta o tiene una gran emergencia, tiene necesidad de que otro le tienda la mano o lo acompañe en la pena, esa persona mientras más amor tenga por la primera, en esa medida será el servicio o la atención que preste. De allí nacen las relaciones triunfantes, los matrimonios ejemplares, las grandes amistades y hasta los héroes.

En la Escritura vemos esas circunstancias en varias etapas, vemos amores limpios y entrañables como el que se tenían David con Jonatán hijo de Saúl (1era Samuel 20:3). Vemos el amor profundo que Juan llegó a tener por Jesús, y por ello fue el único de los doce discípulos que se atrevió a recostar su cabeza en el pecho del Señor (Juan 13:25). Vemos el enorme amor de Jesús por su Padre, cuando estudiamos que pasaba las noches en vela, platicando con su Señor para saber qué era lo que quería que hiciera al calentar el día (Marcos 1:35). Ahora bien ¿Qué consiguieron éstas personas por demostrar su amor? Consiguieron los secretos que otros o que todos querían saber. Mire usted a David, supo por medio de Jonatán que Saúl el padre de éste lo quería matar. Mire usted a Juan, fue el único de los discípulos a los cuales se le reveló todo lo que ha de acontecer en el final de los tiempos. Mire usted a Jesús, el Padre le glorifícó como a ninguno en la historia.

En lo personal creemos que cuando hay amor de por medio no importan los sacrificios, pero cuando no hay amor, los sacrificios simplemente o no se hacen o se hacen con deficiencia. Un amor verdadero trae consigo una entrega verdadera. Si en lo humano hemos sido testigos de épicas histórias, no nos pasa por la mente que en lo espiritual no deba de ser así. ¿Por qué ha de importarnos el clima, la escasez, el esfuerzo, el desprendimiento, si con eso tocamos el corazón de nuestro Dios? ¿Por qué hemos de hacer algo por los hombres por un reconocimiento efímero, y no hacer un esfuerzo por Dios, cuando sus recompensas son eternas? Simplemente pensamos que: Cuando hay amor, no debiera de importar el sacrificio y menos por nuestro buen Dios.