sábado, 6 de febrero de 2010

Dios es bueno, pero tiene un límite.

Lo hemos dicho en varias oportunidades desde éste espacio, muchas personas creen que Dios no es capaz de traer un mal sobre nosotros, por la sencilla razón de que lo ven como un anciano bueno, sentado en una silla y divirtiéndose con vernos ir y venir en nuestros quehaceres diarios. Pero la historia nos muestra que no es así.

En la vida de Saúl, cuando éste desobedeció a las órdenes de Dios, vemos que fue Dios quien le envió un "espíritu que lo atormentara" (1era. Samuel 16:14). En la vida de David, vemos que fue Dios quien envió sobre el hijo de éste con Betsabé una "herida" (2da. Samuel 12:15). En la vida de Saulo de Tarso, conocido como el apóstol Pablo, vemos que fue Dios quien lo "tumba" del caballo cuando va rumbo a Damasco (Hechos 9:1-6). Nosotros por alguna extraña razón pensamos que es el enemigo el que nos trae todo lo malo, no hemos entendido que si así fuera, el control de nuestra vida estuviera en manos enemigas y no en las manos de Dios. El enemigo solamente hace lo que Dios le permite hacer (compruébelo en Job 1:12).

Hemos de comprender entonces que es que Dios es bueno... pero tiene un límite, sino vea cómo ni las oraciones de intercesión del Padre de la fe, detuvieron el fuego sobre las ciudades de la llanura (Génesis 14:2). Todos caemos, todos pecamos, y Dios está dispuesto a perdonarnos, pero algo tenemos que tener en cuenta... Dios también tiene un límite.