lunes, 11 de enero de 2010

No abandones éste campo.

Todos hemos leído o hemos escuchado en algún servicio el gran amor y la gran fidelidad que Rut llegó a prodigar por Noemí, su suegra. Todos sabemos casi de memoria el hecho de que el hambre hizo que Elimelec, esposo de Noemí, emigrara de su tierra a tierras lejanas, que en ese ínterin murieron sus hijos Malión y Kelión, y que, tanto Orfa como Rut eran sus nueras (Rut 1:1-5).

Acaso, lo más relevante y lo que no olvidamos es la célebre expresión de Rut para con su suegra el día que la quizo despedir: "A donde tú vayas iré contigo, tu Dios será mi Dios, y tu pueblo será mi pueblo; donde tú vivas viviré yo, y, donde tú mueras moriré yo" (Rut 1:16-17). Pero el punto que queremos infocar en ésta hora es el siguiente: Cuando Rut va a recoger espigas de la cosecha, la "suerte" dice la Palabra (Rut 2:3), hace que llegue al campo de un pariente cercano de sus suegros, un pariente rico llamado Booz, y cuando éste pariente la encuentra le dice: "NO ABANDONES ESTE CAMPO". Esa es la lección que hoy queremos enfocar. Dios nos ha puesto (y a eso le llamamos suerte) en un lugar, nos ha dado un negocio quizás, o nos ha dado un empleo, y nos ha dado una familia, etc.

NO ABANDONEMOS LO QUE DIOS NOS HA DADO. Si abandonamos el negocio, lo vamos a perder; si abandonamos el trabajo, lo vamos a perder; si abandonamos la familia, la vamos a perder, etc. La contraparte de la "suerte" de tener algo, es la "gratitud" para cuidarlo y no perderlo. ¿Qué hemos hecho con esos talentos que nos han entregado? Si Dios viniera hoy por nosotros y nos preguntara ¿Qué has hecho con tu negocio? ¿Qué has hecho con tu trabajo? ¿Qué has hecho con tu familia? ¿Has multiplicado lo que te dí, o tienes menos hoy? ¿Has prosperado y abanzado en tu trabajo o sigues siendo y estando en el mismo puesto? ¿Tu familia, está caminando conmigo o está dispersa? Qué lamentable sería que en lugar de preguntar el Señor afirmara ¡Abandonáste éste campo!