viernes, 24 de abril de 2009

Clama a mí, y yo te responderé.

El Salmo 50:15 inicia diciendo lo que el título menciona y termina diciendo: "y tú me honrarás". Cuando uno tiene una pena, cuando uno tiene una angustia, cuando la enfermedad toca a la puerta o quizás la muerte también entran la depresiòn, la soledad, el dolor, el desconsuelo, pero es el momento idóneo también para que Dios entre triunfal en nuestras vidas. No son pocas las personas con las cuales he discutido durante muchos años, cuando menciono que en los casi 30 años que llevo en los caminos del Señor, casi la totalidad de mis compañeros de caminata se han atrevido a postrarse a los pies de Cristo, hasta el día en que la pena o la angustia tocaron a su puerta (incluyéndome).

He sido acusado de predicar el evangelio del sufrimiento; he sido cuestionado por predicar que el que no sufre en los caminos de la vida, no busca a Dios; he sido señalado de que soy fanático del sufrimiento, etc. Pero la realidad que me ha acompañado durante éstos 28 años es esa. He visto a personas que sufren porque no pueden tener hijos, decirme públicamente que el evangelio del sufrimiento no existe; he visto personas perder sus negocios, sus casas, sus familiares y decirme que el cristiano no sufre; he visto madres orar y llorar por hijos descariados, negando que el que está con Dios, a veces sufre.

El que sigue a Dios, el que es cristiano, el que cumple el evangelio también sufre, lo que sucede es que ya no pone sus ojos en el sufrimiento, sino los pone en Dios. Las penas y los sufrimientos sirven para recordarnos que sin Dios no somos nada. ¿Por qué? Simplemente, por que clamando a Dios, El nos responde y alivia nuestra pena. El único requisito que Dios quiere después de respondernos, es que no lo olvidemos, o sea que tengamos gratitud. Es por ello que un verdadero creyente en Dios, está con EL cuando está contento y cuando está en penas, pues es la forma de mostrar nuestra gratitud y de demostrarle que no estamos con EL por interés. La pregunta es ¿Si el creyente no sufre, entonces por qué o para qué clama?