jueves, 11 de marzo de 2010

Como trapos de inmundicia.

Cada vez que alguien hace una buena obra, no hay persona que no se sienta conmovida. La naturaleza del ser humano así se lo dicta, los sentimientos son tocados y uno tiende a alabar lo que cree bueno, de la misma manera que censura lo que cree malo. Ahora bien, la pregunta es ¿Lo que nosotros como humanos consideramos bueno, es bueno desde el punto de vista de Dios? No siempre.

Los que en alguna medida hemos leído o estudiado un poco las escrituras, y que creemos que éstas son la Palabra de Dios para el hombre, sabemos que el hombre no se va a salvar por las "buenas obras que haga", sino por su "fe" en Jesucristo. Sabemos que las buenas obras son tan sólo el reflejo de nuestra condición de seres "ya salvos por la sangre de Cristo". Todo lo demás simplemente son actos humanitarios, que levantan la admiración del resto de la humanidad, pero sin valor alguno para las recompensas que Dios ha ofrecido a los suyos. Un ejemplo para que veamos más claro: Sólo porque un narcotraficante haga buenas obras con sus ganancias, no significa que Dios lo vaya a premiar, de la misma manera que alguien que no se haya ganado ese mismo dinero sino que tan sólo lo reciba, si hace buenas obras tampoco tiene recompensa delante de los ojos de Dios. Pues son dineros que Dios considera malditos.

Isaías lo dice de ésta manera: "Todos somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia" (Isaías 64:6); y en el libro de Romanos se nos dice: "No hay justo, ni aún uno; no hay quien entienda... (Romanos 3:10). Tenemos que entender que la salvación del hombre es por la fe en Jesucristo, no por las obras que hagamos para aplacar nuestra mente, o, para apaciguar nuestro corazón. Las buenas obras son, repetimos, el reflejo de nuestra gratitud a Dios por la salvación que ya nos dió; son un acto por el cual estamos demostrando que EL nos hizo sencibles a las necesidades de nuestros hermanos en la fe, o, de los no creyentes. Pero NUNCA un medio de salvación. Meditemos.