viernes, 2 de abril de 2010

No es lo mismo ser bendito que ser próspero.

Casi todos los creyentes en Nuestro Señor Jesús tenemos o hemos tenido en la mente el pensamiento que cuando uno es prosperado es porque es bendecido por Dios, pero no es necesariamente así. Los secuestradores, los narcotraficantes, los maleantes son prosperados pero no por eso son benditos de Dios o bendecidos por EL.

Hace un par de años escuchamos la charla entre dos creyentes por el hecho de que uno de ellos había comprado un auto último modelo, el segundo cuando vio el vehículo le dijo: Hermano, Dios te está bendiciendo. Pero el primero respondió: No. Bendito ya era desde que conocí al Señor, ahora lo que EL está haciendo es prosperarme. Esa es exactamente la actitud que debemos tener todos los creyentes. Jesús dijo en la oración más bella que alguien ha hecho jamás (Juan 17): "Padre, la hora ha llegado, glorifica a tu Hijo para que tu Hijo también te glofique a tí... Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a tí, el único Dios verdadero". Al conocer a Nuestro Señor Jesucristo, ya somos benditos para siempre, pero eso no implica que seamos prosperados.

En otra escritura podemos comprobar lo anterior, en el Salmo 1 versos 3-5 leemos: "El justo (el creyente) será como árbol plantado junto a las corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae, y TODO lo que hace PROSPERARA". Y alguien dirá ¿Pero en mi caso no es así?. Es que tendemos a pensar que PROSPERIDAD es DINERO, no pensamos que prosperidad es paz, es tranquilidad, es tener salud, es ser ejemplo para que otros conozcan a nuestro Señor. La prueba de ello es que en los versos siguientes cuando habla de los impíos NO HABLA DE DINERO, sino dice: "No así LOS MALOS (los pecadores), porque no se levantarán en el día del juicio". Ser bendito NO implica ser PROSPERO, y ser próspero no implica tener DINERO. Meditemos.