domingo, 15 de marzo de 2009

La ciudad de Dios

Fue Dios quien hizo florecer y fortificarse al hombre estando en pareja, en familia, y en un grupo que tuviera la misma meta, el mismo ideal, las mismas ilusiones, así nacieron los hogares que uno a uno fueron formando una ciudad (esto lo vemos en Génesis claramente). Fue Dios también quien puso en el corazón de los hombres el hecho de tener la ilusión de un premio, de un galardón por el esfuerzo realizado, es más, EL mismo lo dice cuando se refiere a la remuneración por el trabajo realizado: "todo obrero es digno de su salario"(Lucas 10:7).

Pues las familias fueron creciendo y fueron formando lo que hoy conocemos como ciudades, y esto agradó mucho al hombre porque es parte de su naturaleza, el vivir en una sociedad con todas o con las mayores comodidades y servicios posibles. Y esto también agrada a Dios, por ello es que ha diseñado una ciudad para todos los que le amamos y le seguimos, es una ciudad en la cual EL dará "mansiones a sus amados", mansiones que Jesús fue a preparar después de haber resucitado, en Juan 14:2 literalmente dice: "en la casa de mi padre muchas moradas (Moné en griego que significa residencias) hay, y yo voy para prepararlas para vosotros".

No tengo la menor idea de cómo serán esas moradas, esas casas, esas mansiones, pero lo que sí puedo asegurar es que NINGUNA mansión aquí en la tierra, por lujusa mansión de jeque que sea, es similar a las que Dios nos tiene reservadas. Esto lo puedo deducir por la siguiente frase en Apocalipsis: "y a calle de la ciudad ERA DE ORO PURO" (Apoc. 21.21). Imagínese usted, la calle donde vamos a caminar es de ORO PURO, una calle de 24 kilates, sin mezclas de plata, bronce, ni platino que son tan preciosos, sólo ORO PURO. Y esto, como galardón por seguirle.