martes, 17 de noviembre de 2009

Uno de los milagros más grandes de nuestra era.

Milagros han habido, hay y habrán mientras el hombre esté sobre la faz de la tierra, pero así como ayer vimos los milagros de fertilidad en Sara, Rebeca y Raquel, que fueran las raíces del pueblo de Dios. Hoy mencionaremos que uno de los milagros más grandes que la humanidad verá en los últimos tiempos es la fertilidad en la "verdadera Iglesia de Jesucristo", que por cierto no es la que hoy creemos ver.

Hablándo metafóricamente de la iglesia le dijo Dios a Israel como nación: "Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz, levanta canción y da voces de júbilo; LA QUE NUNCA ESTUVO DE PARTO, porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová" (Isaías 54:1). Dios sabía, como creador y constructor del mundo, del hombre, de su pueblo y de la iglesia, que serían muchos los llamados pero poco los escogidos. Que los hijos del mal serían muchísimos más que los hijos del bien. Que para los hijos del mal todo sería mucho más fácil que para los hijos del bien. Y, es más, que los hijos del mal se infiltrarían en la congregación de los hijos del bien (vea 1era. de Juan 2:18).

Dios sabía que ancho es el camino a la perdición y que angosto el que nos lleva a EL. Que debido a la facilidad que nos brinda el mal para vivir y para actuar, el camino de la salvación y la santificación sería tan difícil como que una estéril de a luz. Ayer vimos que en el Antiguo Testamento Dios hizo varios milagros de fertilidad en las mujeres estériles de su pueblo, hoy podemos decir que en el Nuevo Testamento solamente se mencionan dos: Isabel la madre de Juan el Bautista (Lucas 1:7): y Sión o sea la iglesia de Jesucristo (Gálatas 4:27) y siempre en relación a Isaías 54:1. La verdadera Iglesia de Jesucristo está por salir de esa esterilidad en la que el hombre la ha metido, y pronto, muy pronto el Señor mismo vendrá a dejarla limpia, pura, sin mancha y sin arruga.