jueves, 12 de febrero de 2009

Al Señor lo vemos con el corazón no con los ojos

Sí, dice la palabra de Dios que Dios es un Espíritu y quienes quieren y desean adorarle lo adoran en espíritu. Pero ¿quién puede dibujar un espíritu? ¿quién puede describir un espíritu? ¿quién le ha tomado una fotografía a un espíritu? Nadie. Por ello es que Jesús, los discípulos y Pablo nos enseñaron a que no podemos encontrar "sustitutos" para adorar a Dios. Pues dice la escritura que: "A Dios nadie le vió jamás" (Juan 1:18), entonces preguntamos ¿cómo podemos imitar algo que no hemos visto nunca?

Jesús dijo a una samaritana lo siguiente: "la hora viene en que adorarèis a Dios en espíritu y en verdad, porque los que lo conocen así lo adoran, y esos adoradores son los que el Padre quiere que le adoren" (Juan 4:21-24). Años después de éstas palabras de Jesús el Templo de Jerusalén fue destruido, y desde entonces han transcurrido 1,939 años en los cuales quien desea adorar a Dios y agradarlo, no lo ha podido hacer a travéz de imitaciones, sino en espíritu. Y ¿cómo apredemos a adorarlo en espíritu?

Cuando Pablo entró a predicar el evangelio a Filipos de Macedonia, un día de reposo predicó a unas mujeres entre cuyas estaba Lidia, de la cual dice la escritura: "Y Lidia, que adoraba a Dios estaba oyendo el evangelio, y el Señor "abrió su corazón" (vea Hechos 16:14) . A Dios lo vemos no con los ojos humanos sino con el corazón. Una prueba palpable de esto, es que es más fácil adorar a Dios con los ojos cerrados que con los ojos abiertos. Meditemos.