domingo, 5 de abril de 2009

La maleta del último viaje.

Cada vez que alguien emprende un viaje lleva aunque sea una maleta pequeño en donde lleva lo más importante para su uso diario o su uso personal. Quizás algunos papeles del trabajo, o, en su defecto, lo más íntimo si es un viaje de placer. Todo ser humano algún día, cercano o lejano, emprenderemos el último viaje, aquél viaje que nos lleve, si hemos creído a la palabra de Dios, a las cortes celestiales; o, en otro caso a lugares de tormento si no le hemos creído (Juan 3:16-18).

Ciertamente en lo material iremos con un último traje o en su caso con un último vestido, pero lo importante es ¿qué llevaremos en esa maleta espiritual? Llevaremos frustraciones, rencores, envidias, celos, contiendas, mentiras, engaños, odio, cólera, etc. desvirtudes y defectos que nos llevarán directo a un lugar de obscuridad y más tormento, solamente que en ésta ocasión para siempre. O por el contrario, llevaremos alegría, gozo, paz, tranquilidad, benignidad, confianza, seguridad, satisfacción, etc. virtudes todas que nos permitirán presentarnos a los cortes celestiales con la certeza de que allí estará nuestro Padre celestial esperando con los brazos abiertos, y al estilo del Padre del hijo pródigo listo para realizar una gran fiesta... porque el hijo amado al fin llegó a casa y ésta vez para siempre.

Jesús antes de morir llenó su maleta y dijo: Todo está consumado (vea los evangelios); Esteban antes de partir llenó su maleta y dijo: Señor, no les tomes en cuenta éste pecado (ver Hechos 7:59). Pablo antes de partir dijo: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe (ver 2da. Timoteo 4:7). La pregunta es ¿Podremos llevar nosotros lo mismo que llevaron ellos en su maletaen el último viaje?