viernes, 29 de enero de 2010

¿Cómo hago para que Dios sea casa y no refugio?

Un lector preguntó luego de leer el mensaje respectivo ¿Cómo hago para hacer de Dios una casa y no un refugio? Bueno, la respuesta quizás la soluciona una nueva pregunta ¿Por qué usted llama a Luis amigo y a Don Tomás, un vecino de la colonia, tan sólo conocido?

Por una sencilla razón, a Luis lo conoce desde niño; con Luis se visita; las familias comparten los buenos momentos y los malos momentos; Luis conoce dónde trabaja usted, de qué trabaja, le platica sus proyectos, quizás Luis no le cuenta sus más grandes intimidades, pero usted conoce su vida. Usted trata de involucrarlo a él en su vida, le abre su corazón a él y a su familia. Usted no se enoja si él le hace ver una deficiencia o si le hace ver un posible daño; él a su vez hace lo mismo con usted, no cree que usted lo está espulgando si usted le dice o le pregunta algo. Caminan juntos, buscan los mismos fines. Usted no puede ser amigo de Luis si él es como Don Tomás que le gusta el licor y a usted no; usted es amigo de Luis porque busca una vida decorosa, y no es amigo de Don Tomás precisamente porque a él no le importa hacer negocios sucios, o no le importa tocar mujeres ajenas, etc. Con un amigo hay una relación personal, una relación de continuidad, hay confianza, usted sabe que con un amigo se cuenta a la cualquier hora.

Con Dios es lo mismo, si usted es de los que solamente clama ¡Ay Dios mío! cuando no tiene dinero, cuando está enfermo, cuando tiene una necesidad, usted no es amigo de Dios, usted es conocido de Dios. Pero si usted "todos los días" en la madrugada, durante el día, ó antes de dormirse tiene un tiempo con Dios. Tiempo en el cual le agradece su salud, le agradece su vida, le agradece su familia, su trabajo, en fín le platica sus proyectos, sus ambiciones, le pregunta qué desea EL de usted. Entonces usted está tomando a Dios como amigo, como CASA no como refugio. Vea la vida de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Noé, de David... NO SE MANTENIAN METIDOS EN EL TEMPL pero hacían sus altares en cualquier parte, bajo los árboles, a la par de un pozo, bajo un encin, a cualquier hora porque querían tener a Dios por casa y no por refugio.