lunes, 21 de septiembre de 2009

Donde está el Espíritu de Dios, hay libertad.

Toda empresa, toda industria, toda organización, e incluso, toda congregación de creyentes, debe tener algunas normas, estatutos, y lineamientos a seguir. Si no fuera así, tarde o temprano lo que sucedería sería un caos total. Pero, también, el exceso de normas, estatutos o lineamientos hace daño. Tanto daño hace en cualquier institución la liberalidad o como el exceso de normas.

Pablo, cuando se está dirigiendo a los Corintios para corregirlos como ya vimos en días anteriores, entre las correcciones que les hace está: "Cuando se conviertan al Señor, tengan en cuenta que, el Señor Jesús mismo es el Espíritu del Señor, y en donde está el Espíritu del Señor... allí hay libertad" (2da. Corintios 3:17). Cuando no tenemos al Señor o no queremos tener nada con EL, nos movemos en el liberalismo. En otras palabras actuamos y vivimos según nuestro propio criterio, el cual nos lleva al libertinaje. Empezamos a pensar que nada es malo, media vez no se haga con exceso. Que podemos hacer de todo, si lo hacemos controladamente, para que no nos llegue a dominar, etc. Pero, solamente el Espíritu del Señor es el que nos puede dar libertad sin libertinaje.

La historia nos muestra ejemplos claros de lo que decimos arriba, los fariseos, los saduceos y los escribas, creyeron que podían vivir mejor con exceso de normas y estatutos, y llegó el día en que Jesús los tuvo que corregir (vea Mateo 23 completo, por ejemplo). Los gentiles pensaron que podían vivir sin normas y estatutos, y llegó el día en que Jesús los tuvo que corregir por su perversa forma de vida (vea el Sérmón del Monte por ejemplo). Ni lo uno ni lo otro son métodos de vida recomendados, pero menos, para quien se dice creyente. Los lineamientos para vivir una vida en libertad y sin llegar al libertinaje, nos los da el Espíritu del Señor que es Jesús mismo... a El oigamos y a EL sigamos.