viernes, 20 de noviembre de 2009

Dos veces... porque es importante.

Nosotros cuando hablamos o damos una orden y queremos que algo se haga como nosotros deseamos, o estamos seguros que algo es importante lo hacememos saber a otros recalcaldo la orden: ¡Pero fijate bien pues! ¡Por favor, que no se te olvide poner esto o aquello allí! ¡No me lo vayas a dejar pendiente! etc. Para Dios, cuando algo es importante no hace ese tipo de exclamaciones, simplemente lo repite dos o tres veces y el entendido sabe qué es lo que Dios desea que haga.

Vemos cómo a Abraham le ofrece la tierra en donde está parado y hasta donde sus ojos alcanzan a ver y que su descendencia será incontable (Génesis 15:5-8), y más adelante le hace la misma promesa a su nieto Jacob (Génesis 32:9 y 12). Dios le dice a Moisés cómo hacer el Tabernáculo dos veces (Exodo 26 y 27 y en Exodo 36); Dios da los mandamientos y los repite también dos veces (Exodo 20 y Deuteronomio 5); Dios nos ofrece un Redentor y lo repite en casi todos los profetas mayores y menores. ¿Por qué? Porque lo que es importante para Dios, simplemente se lo repite al hombre.

Dios hablaba directa y personalmente con los antiguos, incluso con los que no eran sus muy amados, vemos cómo le habla al Tío Labán para "prevenirlo" de que no le fuera a hablar "descomedidamente" a Jacob, su amado (vea Génesis 31:29). Pero hoy, nos habla por sueños, por otras personas, por medio de un sentimiento profundo en el corazón, o por su escritura, por ello es tan importante la relación diaria y continua con EL. Así, cuando creemos o sentimos que debemos hacer algo, cuando creemos o sentimos que tenemos que ir a algún lugar, cuando creemos o sentimos que debemos hablar con alguien o de algo, debemos esperar una confirmación de parte de Dios. De lo contrario estaremos actuando con lo que consideramos nosostros "el brazo de la carne, nuestro yo" en lugar de utilizar el "brazo del espíritu, que es la voluntad perfecta de Dios".