Todo ministro de un estado de cualquier país del mundo tiene cierta forma de actuar, cierta forma de vivir, cierta forma de tomar las decisiones, etc. A esa forma de actuar se le llama "protocolo", cuando un ministro se sale de esas normas o formas de actuar, en la mayoría de los casos se tiene que pedir una disculpa o explicar el ¿por qué? se actuó de otra forma. Es más, hay ocasiones en que el actuar es tan opuesto o tan fuera de lugar que el hecho no solamente amerita una disculpa, sino muchas veces conlleva una sanción a dicho funcionario.
El Señor Jesús también tiene su protocolo, por ello llevó a Pablo a escribirnos que si nos llamamos cristianos, si nos llamamos seguidores de Cristo Jesús, andemos como es digno de un embajador de Cristo (Colosenses 1:10). Esto no nos llama al fariseísmo, a que tengamos una forma de vida en lo privado y otra en público, eso se llamaría hipocrecía. El Señor Jesús nos llama a que seamos "constantes" en nuestra forma de ser, en nuestra forma de actuar. El no desea que seamos amables con los de la calle y que seamos ásperos con los de dentro de casa. No nos llama a que seamos dadivosos con los de fuera y tacaños con los de casa. No nos manda que seamos comprensivos con los de fuera y exigentes con los de casa.
Por ello, para que actuemos correctamente siempre, Pablo nos llama a la oración en éstos términos: "Al orar, pidamos ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios, con sabiduría e inteligencia celestial" (Colosenses 1:9). Esta virtud o ésta cualidad nos hará tomar las decisiones correctas, con las personas correctas, en los momentos correctos, y así, cumpliremos con el Protocolo de Dios.
domingo, 29 de marzo de 2009
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