domingo, 19 de julio de 2009

Compra la verdad y no la vendas.

Es, para los que deseamos seguir a Jesús con todo nuestro corazón, para aquellos que realmente hubiéramos querido dejarle a nuestros hijos y a nuestros nietos un mundo mejor que el que encontramos, y decimos "hubiéramos" porque lo que está escrito ha de cumplirse muy a pesar de lo poco o mucho bueno que hagamos, gratificante encontrarnos con que en casi todos los lugares hay alguien predicando el evangelio de Jesús. Desde las grandes ciudades hasta las provincias o pueblos más lejanos y sencillos, uno puede encontrar a otra persona predicando el verdadero evangelio.

Los motivos por los cuales ese evangelio es predicado, uno pensaría que debiéran de ser los más honestos del mundo, sin embargo desde la antiguedad no ha sido así. Pablo hablando a los Filipenses les dice: "Algunos, a la verdad, predican a Cristo (el evangelio) por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad (ver Filipenses 1:15). En Proverbios se nos dice: "Compra la verdad y no la vendas, compra la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia" (Proverbios 23:23). Tener el verdadero evangelio es un sacrificio, hay que comprar y cara esa verdad, en ocasiones se paga con dinero, en otras con dolor, con sufrimientos, con penas, con persecusiones, etc. pero lo importante es tenerla, y luego el saber o entender que no se adquiere para venderla.

Pablo a los Tesalonicenses les dice: "Fuimos aprobados por Dios... Porque "nunca" usamos palabras lisonjeras, ni encubrimos avaricia, de eso, Dios es testigo... Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos... Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga, cómo trabajamos de día y de noche, para no ser "gravosos" a ninguno de vosotros, cuando os predicamos el evangelio" (ver 1era Tesalonicenses 2:4,5,7 y 9)(Recuerde usted que Pablo hacía tiendas para vender y ganarse su sustento para no vivir del evangelio). Qué loable que se predique el verdadero evangelio de Jesucristo, pero reconozcamos que, para que sea el "verdadero" primero tiene que iniciarse predicando sin venderlo o convertirlo en una mercadería.