miércoles, 3 de marzo de 2010

¿En dónde estaban los siete mil?

En en el reino de Judá hubo un rey sin visión de los designios de Dios, de los tantos que hubo uno tras otro en ese reino, se llamaba Acab. Tenía tan poca comunicación con Dios y tan pocos deseos de agradarlo, que por esposa tomó a una mujer impía, acaso la mujer más impía que haya pasado por ésta tierra, se llamaba Jezabel. Y entre ellos y el profeta de Dios, Elías, hubo un incidente que creemos profundamente es un reflejo de lo que sucederá en el final de los tiempos, veámoslo.

Nos cuenta la historia que durante tres años y medio no llovía en la tierra de Israel, y el profeta Acab manda a llamar a cuatrocientos profetas falsos para que oren y hagan holocaustos a Dios para que envíe la lluvia, frente a ellos está Elías con un sólo altar pero con la presencia de Dios con él. Los cuatrocientos profetas no logran hacer llover pero ni sangrándose la carne, mientras que Elías pide empapar en agua su altar; luego de una larga espera y una oración sencilla de Elías, Dios no sólo borra del mapa a los cuatrocientos profetas falsos sino enciende el altar de Elías. La ira de Jezabel se pone contra Elías y lo manda matar, éste huye a la Cueva de Horeb. Allí, Elías ora diciéndole a Dios: "Un vivo celo por tí he sentido oh Jehová y sólo yo he quedado entre los profetas de Israel" (1era. Reyes 19:14). Pero Jehová le responde: "No, tengo otros siete mil reservados" (1era. de Reyes 19:18). La pregunta es ¿En dónde estaban, para que Elías no los hubiera visto?

Esto es lo que creemos que pasará al final de los tiempos, se esperan 144,000 varones llenos del poder del Espíritu Santo. Pero estamos convencidos de que al igual que en el tiempo de Elías, éstos NO SALDRAN DE UN TEMPLO NI DE UNA CINAGOGA, así como no lo hicieron los siete mil profetas antiguos, de lo contrario ¿Cuál es la razón para que Elías, que se mantenía en esos lugares no los hubiera conocido? La respuesta es lógica, porque NO estaban allí. Creemos profundamente que al igual que en los tiempos de Elías, hoy, los ciento cuarenta y cuatro mil varones de Dios que la iglesia está esperando, están preparándose pero NO en un templo ni en una cinagoga SINO EN LA PRESENCIA VIVA DE DIOS. En una relación íntima continua a solas con Dios. Y también creemos, que no falta mucho para que el mundo los vea. Meditemos.