sábado, 23 de enero de 2010

Y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.

Si usted es del mundo y está en un problemas entonces patalee, luche, muerda, arañe, eche mano de su mejor idea, de su mejor estrategia, de sus mejores astucias, no duerma pensando cómo va a atajar a su enemigo, pues usted NO tiene quien batalle por usted. Ahora bien, si usted es un creyente, tranquilo, sereno, y con toda la confianza del mundo vaya a su lugar secreto, aquél lugar en donde cada día se encuentra con su Dios, doble sus rodillas y diga: Gracias Señor, porque tú estás luchando por mí. Tuya es la batalla mía. Gracias Señor porque pronto, todos sabrán que sobre Israel, tu pueblo (usted) hay un Dios.

Con esa misma confianza y después de haber oído de Dios, David, un joven y pequeño pastor enfrentó a un gigante de cerca de tres metros, guerrero y perverso, entrenado no sólamente en batallas sino también en torturas (vea 1era. Samuel 17:4-11). Y se atrevió a decirle: "Jehová te entregará HOY en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré HOY los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel" (vea 1era. Samuel 17:46). Ahora bien, entendamos correctamente desde el principio, David tuvo ésta confianza porque Dios le había hablado muchas veces en su lugar secreto, David amaba a Dios sobre todo lo que pudiera haber sobre la tierra, David tenía una relación muy íntima con su Dios, y esa relación le daba esa confianza.

Nosotros también podemos llegar a tener esa confianza, nosotros también podemos llegar a tener esa seguridad, y nosotros también podemos llegar a oír de Dios, siempre y cuando EL sea el todo para nosotros. Nosotros podemos tener un buen empleo, pero que el empleo sea nuestro esclavo no nosotros los esclavos del empleo; nosotros podemos tener dinero, pero que el dinero sea nuestro esclavo no nosotros los esclavos del dinero; nosotros podemos tener salud, pero que la salud sea nuestra esclava no nosotros los esclavos de la salud, es más, nosotros podemos tener un ministerio en el Señor, pero que el ministerio sea nuestro esclavo no nosotros los esclavos del ministerio. El primer mandamiento u ordenanza que nos da Dios es: "Y Amarás a tu Dios sobre todo en éste mundo". Todo, lo defiene el Salmo 24:1 como el mundo, todo lo que hay en él, y aún las personas. ¿Cuál es nuestro primer amor, el cónyugue, los hijos, nosotros mismos, el dinero, nuestros bienes o Dios? Cuando la gente mira nuestro sistema de vida ¿Creerá o pensará que sobre ésta tierra (usted y nosotros) HAY UN DIOS?