miércoles, 6 de enero de 2010

Iré contigo, mas no será tuya la gloria.

El hombre fue creado, como género masculino, para ser la columna de una casa, el hombre es el lado fuerte de la familia, es ciertamente el sostén pero tambíén quien es la cabeza del mismo. La mujer es la base sobre la que gira el hogar, fue diseñada frágil y débil, y no fue diseñada para dirigir el hogar. Pablo lo deja muy claro en el libro de los Corintios. Pero como todo en la vida, siempre hay sin embargos.

En el libro de Jueces vemos a una mujer con carácter fuerte, con la sabiduría necesaria para poder organizar, decidir y hasta profetizar lo que va a suceder, se llamaba Débora. Fue juez en Israel por 40 años (Jueces 5:31) durante los cuales hubo reposo en Israel debido a las acciones de ella. Sin embargo, había hombres fuertes también como Barac, pero que no tenían las cualidades de Débora. Es por ello que la escritura nos menciona el pasaje en el cual el pueblo de Israel era oprimido por sus enemigos, en éste caso Sísara. Y cuando Débora oyó de Dios que había que luchar contra éste rey y su pueblo, pues iban a ser entregados en sus manos, Barac no tuvo el valor de ir solo, sino le dijo a Débora que lo acompañara. Débora asintió, pero le dijo: "Ciertamente iré contigo, sólo que la gloria no será mas tuya sino dirán, que el Señor ha entregado a Sísara en manos de una mujer" (Jueces 4:9). Hecho vergonzoso no solamente en nuestros tiempos, sino más aún en aquellos tiempos.

Hay hogares en los cuales el hombre no puede literalmente trabajar, pero quiere hacer sus labores bien a pesar de, en esos hogares aún y cuando sea la mujer la que hago todo, la gloria es para el hombre; pero, cuando el hombre puede pero no quiere, entonces Dios bendice, respalda y da asistencia a la mujer para que no solamente sea base sino también columna y guíe el hogar, en esos casos la gloria es para la mujer. Esa acaso, es una de las lecciones que nos deja éste pasaje.