miércoles, 25 de marzo de 2009

Hacia la meta, hacia el premio, hacia el supremo llamamiento.

Muchas personas cuando entramos a los caminos del Señor, cuando nos diponemos a poner nuestras vidas en manos de Jesús, hemos creído que llegar al cielo es el premio, que estar en el Reino de Dios es la gran meta, que ese es el gran llamamiento del que nos habló un líder para incentivarnos a seguir a Jesús. Pero Pablo nos explica en Filipenses que no. Dice la escritura que el cielo es para quienes Jesús hizo perfectos por medio de su sacrificio en la cruz (vea Filipenses 3:15), y que nos hizo perfectos porque "el acta de los decretos que había contra nosotros fue clavada en la cruz, quedando así anulada" (vea Colosenses 2:14).

Concluímos pues, que para los que hemos depositado nuestra fe, nuestra confianza, nuestro amor en Cristo Nuestro Señor NO HAY NINGUNA CONDENACION (vea Romanos 8:1). Por lo tanto, el cielo, el Reino de nuestro Dios no es ni puede ser el supremo llamamiento (una prueba de ello es que tanto Pablo como el ladrón de la cruz estarán en el cielo, pero no en el mismo lugar). Sin embargo la Escritura sí nos dice cuál es: "y EL mismo (Dios Padre) constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores, y a otros maestros... para la perfección de los santos, hasta que lleguemos a (y aquí viene el supremo llamamiento): un varón perfecto A LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO" que fue a lo que Pablo se acercó mientras que el ladrón de la cruz no (ver Efesios 4:11-13).

Quizás ahora sí entandamos lo que Pablo nos trató de explicar en Romanos, cuando nos dijo qué: "El anhelo ardiente de la creación es aguardar la manifestación de los Hijos de Dios". En donde para la palabra Hijos utilizó la palabra griega Huios que significa: Hijos Maduros, aquellos hijos que han alcanzado "la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, el varón perfecto" (ver Romanos 8:19). Y esto, no por sí, no por mérito propio sino habiéndo sido conocidos de El de antemano, luego predestinados, luego llamados, luego justificados y por último los glorificará (ver Romanos 8:28-30). Y, en lo personal creo que con todos los acontecimientos que estamos viviendo simultáneamente, estamos muy cerca de ver.