viernes, 3 de julio de 2009

Están en el mundo pero no son del mundo.

Siempre que tenemos la oportunidad lo decimos, o lo mostramos, o lo escribimos si alguien que nunca ha tocado una biblia nos preguntara: ¿Qué porción leo para conocer que Jesús nos ama como las personas que somos, incluyendo nuestros defectos, nuestras debilidades, nuestros errores y aún los pecados que hemos cometido? Responderíamos sin mucho pensar: "Lee completo el capitulo 17 del evangelio de Juan". Quizás porque el apóstol Juan era aquél discípulo amado del Señor, el único del que la escritura dice: "Y aquél discípulo, era el que recostaba su cabeza en el pecho del Señor", quizás por ello repetimos, es que ese discípulo llegó a conocer el corazón de Jesús como ninguno de los otros 11.

El capitulo 17 del evangelio de Juan nos haba del epílogo de la oración que Jesús hizo al Padre en sus últimos momentos sobre la faz de la tierra, siempre lo hemos considerado como el "testamento hablado o dictado de Jesús". Vea usted su contenido: 1) Padre, la hora ha llegado (verso 1); 2) Con la potestad que tienes y que me has dado, glorifícame y glorifícalos (verso 2); 3) Quiero que éstos te conozcan personalmente pues ésta es la vida eterna (verso 3); He manifestado o descubierto tu nombre a los que del mundo me diste (verso 6); 4) Toda palabra que me diste, se las he dado, la han recibido y la han guardado (verso 8); 5) Padre, yo te ruego por ellos, no ruego por el mundo (verso 9); 6) Padre, son tuyos y míos, están el mundo pero no son del mundo, guárdalos en tu nombre (verso 11); 7) No te ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal (verso 15).

Qué derroche de amor más grande el que el corazón de Jesús demuestra en ésta porción de la biblia, EL va feliz al Padre del cual salió, pero nos hace saber que lleva una carga en el corazón por lo que sabe nos tocará vivir mientras nos reunimos con EL más adelante. Qué lección o semilla de esperanza más linda la que nos deja al hacernos ver que, la vida eterna que nos ofreció está lejos de una vida mundana de placeres o sin qué haceres, sino que simplemente con que "conozcamos personal y físicamente al Padre" sabremos que eso ya es vida eterna. Que la ciudad eterna en la cual viviremos en donde no hay maldad, en donde no habrá sudor desperdiciado, en donde no habrá injusticia, en donde todo lo que nuestra mano toque o edifique tendrá fruto al ciento por uno... ES TAN SOLO EL PASTEL DE LA FIESTA ETERNA QUE TENDREMOS CON EL. GLORIA A DIOS.