lunes, 16 de noviembre de 2009

Y te bendeciré...

Esta es una expresión que todas las personas queremos escuchar para sí mismas cuando estamos en los caminos del Señor. No sabemos en qué porcentaje, pero lo que sí sabemos es que es un número muy reducido de creyentes los que conocen la palabra original y su significado real. En el hebreo original la palabra que Dios utiliza para "bendecir o bendición" es "Barak", y la utiliza cuando quiere congraciarse con alguien en especial.

Si el porcentaje de creyentes que sabe que "Barak" es o significa "bendición", estamos seguros que menos aún son los que saben que esa expresión la utilizó Dios para congraciarse con Abraham, con Isaac y con Jacob, nada más y nada menos que los Padres del Pueblo de Dios. Y ¿Cómo fue que se congració con ellos? Pues "bendiciéndolos" con hacer fértiles a sus mujeres pues las tres eran estériles. Vea Génesis 11:30 y verá que Sara era estéril; vea Génesis 25:31 y verá que Rebeca era estéril; y finalmente vea Génesis 29:31 y verá que Raquél era estéril. Y Jehová dijo: ¡Te bendeciré! y las tres fueron, en su momento, fértiles. Otro dato que muy pocos creyentes conocen es el hecho de que dentro del pueblo de Dios, la esterilidad era una maldición y la fertilidad una bendición, por el hecho de que creían ciégamente en las profecías y sabían que de una virgen judía, vendría el Mesías. En otras palabras, si usted era estéril Dios la había maldecido pues la había descartado de ser el vientre bendito que traería a Su Hijo. Esa es otra de las razones por las cuales las familias judías eran tan numerosas, pues mientras más hijos tuvieran, más alto era el porcentaje de que el Hijo de Dios naciera en esa familia.

Jesús mismo sabía ese concepto, por ello maldijo la higuera cuando vió que no daba fruto. Hoy, sabemos que el Hijo de Dios ya nació, sin embargo, el hecho de ser fértiles sigue siendo una bendición, bendición que debemos agradecer pues, aún y cuando, el Hijo de Dios ya no nacerá de entre nuestra descendencia, sigue siendo un privilegio y un regalo de Dios el abrazar a un hijo. Los que tenemos el privilegio de tener hijos, también tenemos la obligación de guiárlos en los caminos del Señor, obligación que no tiene la estéril. Esa, es quizás la segunda responsabilidad más grande de un creyente, la primera es cuidar su salvación.