lunes, 1 de junio de 2009

Los días del hombre son como su sombra que pasa.

Dice la Palabra de Dios que pocos son los años del hombre sobre la tierra, para nosotros 60, 70 ú 80 años es mucho, pero dice la Escritura que en los más fuertes son 70 y que 80 ya es un exceso. El asunto es claro, Dios nos está diciendo que sea que hayamos tenido una vida muy cómoda, muy holgada o que hayamos tenido una vida llena de sacrificios y de penas, generalmente los años que duramos sobre la faz de la tierra son 80, y esto, con molestia y trabajo dice (vea Salmo 90:10). El punto es que la vida del hombre sobre la tierra es tan pasajera como su sombra.

La pregunta del millón es ¿Cuando muramos qué dejaremos a las generaciones futuras? Alguien que no hemos podido recordar dijo: "El que siembra un árbol, escribe un libro y tiene un hijo... ya puede decir que vivió". Es una frase muy linda, pero sin que seamos pesimistas el análisis sería: El árbol que plantamos ¿Le sirvió a alguien? ¿Cobijó a alguien? ¿Creció recto o torcido? El libro que escribimos: ¿Fue de utilidad para alguien? ¿Edificó o consoló a alguna persona? y lo más importante de todo, el hijo que tuvimos ¿Es bueno? ¿Da buen ejemplo? ¿Es útil a la sociedad o es una carga más? ¿Va en pos de Dios o del mundo?

La Escritura nos muestra que Dios nos dió sus leyes para que: "Las sigas tú, tus hijos, y los hijos de tus hijos... (y nos impresiona cómo termina la frase) después de tí". ¿Qué significa esto? Que no sólo nos debiera bastar con sacar el pecho y decírle a todo mundo que creemos en Dios, que somo cristianos, sino que al serlo, tenemos la obligación de "instruir" a nuestros hijos en los caminos de Dios, y "velar" por que ellos sigan por el camino en que los estamos instruyendo. Somos responsables por el árbol que sembramos, somos responsables por el libro que escribimos, y ¿no vamos a ser responsables por el hijo que tuvimos? Ojalá y el día que muramos alguien en las palabras de despedida del cementerio pudiera decir de nosotros: "Sus hijos son como plantas crecidas en la juventud, sus hijas como esquinas labradas como las de un palacio, porque él fue como un pueblo bendito cuyo Dios era Jehová" (Salmo 144:12). Así sea.