domingo, 11 de abril de 2010

Porteros, no propietarios

Los que en alguna manera o medida tenemos la oportunidad de predicar, compartir, comentar, o enseñar la Palabra de Dios, tenemos que tener el cuidado de no convertirla en NUESTRA palabra, sino hemos de pedir a Dios que nos de la sabiduría y el discernimiento para que la prediquemos, compartamos, comentemos, o enseñemos sabiendo que es SU palabra como nos decía hace unos días un predicador a quien admiramos mucho.

Jesús tenía ese sentimiento desde que estuvo aquí en la tierra, en el libro de Juan encontramos un pasaje por más explicativo de dicho pensamiento. En el capítulo 10 desde el verso 2 hasta el 5 nos da la lección, pero como si fuera poco desde el verso 7 al 18 nos da una alegoría o parábola, para que terminemos de enterder el mensaje. El nos dice: "El que entra por la puerta al redil, es el pastor de las ovejas, a éste EL PORTERO (fíjese usted cómo considera Jesús a los que de alguna manera guiámos a SUS ovejas, porteros, no propietarios), y las ovejas oyen su voz, y a las ovejas llama por nombre, y las SACA del redil" (versos 2-5). Uno, los predicadores somos porteros de Dios, no propietarios de las ovejas, estamos para abrirle la puerta NO para estar a la defensiva de entregarlas o no, si El viene por ellas. Dos, El las llama por nombre, lo que nos indica que todos aquellos que se jactan de tener cinco, diez o quince mil ovejas, tantas que no saben ni sus nombres, simplemente, NO están dentro de los cánones de Jesús. Tres, Jesús no vino para pastorearlas allí, sino para pastorearlas en otro lado, por eso las saca del redil.

Los líderes que se creen propietarios, los que piensan más en sí mismos que en las ovejas; los que piensan más en guardar las apariencias que en la obra de Jesús; los que piensan más bien en su bienestar que en el de las ovejas, esos son asalariados (vea el verso 12), en quienes dicho sea de paso, JESUS dice, no son confiables; el único, verdadero, y confiable pastor es EL, por eso fue que EL dió la vida por nosotros. Si oyéramos hoy su voz... sigámole.