lunes, 22 de diciembre de 2008

¿Han sido perfectos los hombres de Dios?

Las Escrituras nos muestran que lamentablemente NO, pero tambiên nos muestran la lucha que han tenido desde el momento en que Dios les hablô, se presentô en sus vidas, o, que fueron avisados por alguien de que Dios querîa un cambio en ellos. En los relatos bîblicos vemos cômo Abraham tenîa problemas con sus "temores" ( ver Gênesis 12: 11 y 12), por ello, como vimos hace unos dîas hasta entregò a Sarah en manos de otro hombre. Vemos cômo Noê tenîa problemas con el licor, pues no fue una coincidencia que un dîa se emborrachara, la prueba es que êl mismo tenîa su viñedo (ver Gênesis 10:20 y 24).

Vemos cômo Jacob era un engañador y un mentiroso, por ello se quedô con la primogenitura que le correspondîa a su hermano mayor Esaû (ver Gênesis 27, los primeros 24 versos). Vemos cômo a Saûl lo consumîa la envidia contra David (ver primera de Samuel 18:8). Vemos a Jacobo y Juan , hijos de Zebedeo que eran tan enojados que los llamaban "Hijos del trueno". En fîn nos cansarîamos de mencionar ejemplos de que ser un hijo de Dios o ser un hombre de Dios no implica necesariamente que se es perfecto.

Ahora bien, esto no implica que tengamos autorizaciôn para seguir siendo o haciendo lo mismo, precisamente en eso consiste la carrera o el reto de llamarse cristiano, de llamarse creyente, o si usted prefiere de llamarse seguidor de Jesucristo. El reto es luchar contra uno mismo y vencerse a uno mismo, no por fuerza propia, sino poniêndonos en las manos de nuestro Salvador. EL nos da las herramientas para ir poco a poco venciendo cada uno de nuestros defectos, o, como lo vimos arriba cada una de las desvirtudes que no solamente nos apartan a nosotros de Dios, sino que hacen que "otros" no quieran saber nada de EL.