sábado, 16 de enero de 2010

Hasta que se oye la voz de Dios.

Es una parte de la lógica plática entre creyentes cuando hay reuniones, comentar que tal o cual persona que se miraba tran entregada ayer, hoy está fuera de los caminos de Dios. En lo personal, muchas son las charlas, pláticas, comentarios y hasta discusiones de las que hemos sido protagonistas por la actitud de dichas personas.

Muy en lo personal, repetimos, muy en lo personal pensamos que lo que sucede es que una persona así, ha oído de Dios, ha caminado con el pueblo de Dios, quizás hasta es pueblo de Dios, pero, NUNCA ha escuchado la voz de Dios. Esto lo pensamos debido a que en las escrituras encontramos ejemplos de ello, y, en la vida práctica también. Veamos los ejemplos bíblicos primero: El caso de Samuel es impresionante sobre manera, vivía desde su destete (el cuál según las costumbres hebreas era entre los dos y tres años, puede comprobarlo en algunos libros de estudio como en el libro "Usos y costumbres de los Judíos" de Alfred Edersheim) en el Templo, y sin embargo no había oído NUNCA la voz de Dios (1era. Samuel 3:7). ¿Qué sucedió después que la oyó? Ah, fue entonces que NUNCA lo dejó. Veamos el caso de Pablo, perseguía al pueblo de Dios, pero el día que oyó su voz, desde ese instante NUNCA lo dejó.

En la vida práctica usted puede comprobar que muchos somos los que nos decimos creyentes, que muchos somos los que vamos al Templo, que muchos mencionamos el nombre de Dios, especialmente cuando tenemos penas, pero que, solamente aquellos que han OIDO la voz de Dios son constantes, son dignos de mencionarlos como ejemplo, son personas como las que uno quisiera ser, pues aquellos que han OIDO la voz de Dios son los NUNCA lo han dejado. Ojalá algún día seamos de ese grupo.