domingo, 22 de noviembre de 2009

Siempre que Dios nos quita algo es para darnos algo mejor.

En el momento duele, no lo podemos comprender, hacemos razonamientos, hacemos memoria para ver en dónde nos equivocamos, pensamos si fue por causa de esto o de lo otro, creemos que no lo merecíamos, que es una injusticia, ¿Cómo Dios permitió que sucediera esto?. Sí, cuando perdemos algo que nosotros consideramos muy valioso, esas son nuestras ideas o pensamientos. Pero, nunca, que Dios lo permitió para darnos algo mejor, si algún día lo entendiéramos dejaríamos de ser más materialistas y nos enfocaríamos en lo espiritual.

Abraham, vivía en la cuna de la civilización de su tiempo, el imperio del momento, la ciudad más avanzada en tecnología de su mundo, y Dios se la quita. ¡Abraham! vete de tu tierra (la cuna de la civilización y de la comodidad), de tu parentela (de lo más querido que tienes), y de la casa de tu padre (quiero que dejes la seguridad que tienes y que te arriesgues a caminar por fe en una lugar que no conoces) (Génesis 12:1-2). ¡Jacob! deja Canaán y desciende a Egipto, porque allí te guardaré saciando el hambre de toda tu gente, y yo te prometo que te regresaré a la tierra que te prometí, y entonces, te bendeciré y tu pueblo llegará a ser grande (Génesis 46:3-4).

¿Perdió usted algo? ¿Le cometieron una injustamente últimamente? ¿No recibió lo que esperaba recibir, por culpa de la maldad de otra persona?. Tenga paciencia, Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, y lo que le prometió o lo que es suyo, le será restituido y con ganancias. ¿Dijo Dios, y no cumplirá? ¿Prometió Dios y olvidará? Jamás, jamás, jamás. Pronto, en un abrir y cerrar de ojos, Dios cambiará la situación y SU JUSTICIA será imperecedera, y entonces su llanto se convertirá en gozo. Dios nunca permite que un su hijo pierda algo, si no es porque le tiene mucho más. Jesús perdió al pueblo de Israel y recibió a cambio el mundo y un remanente de Israel.