martes, 10 de marzo de 2009

Redimidos por Cristo, justificados por gracia... gratuitamente.

El principio del evangelio es tan simple que nos parece tan complicado. Cuesta comprender, a la finita mente humana, el hecho de que con una simple declaración personal de que: "creermos y aceptamos que Jesús, siendo el Hijo de Dios hecho carne es nuestro suficiente salvador por haber muerto en la cruz por nuestros pecados". Y que, antes de hacer ésta declaración con convicción estamos destinados al fuego eterno, y que, luego de hacerla, somos parte del pueblo de Dios para siempre.

Pero Pablo nos lo explica ampliamente en Romanos 3:22-27. Nos dice que, Dios puso por "propiciación" o sea por "ayuda" a Su Hijo para salvar a todo aquél que lo quisiera, y por medio de Su Hijo "pasar por alto" las faltas del que quisiera ser salvo, puesto que con las justicias de la ley nadie podía. Por ello, al "reconocer" a Su Hijo como suficiente salvador personal, Dios nos "justifica" o sea nos "hace inocentes" y nos "redime" o sea nos da "la libertad o redención de penas eterna" del castigo por los pecados, y todo esto: gratuitamente.

Cuando algo es "gratis" no tenemos que hacer nada por recibir nada, simplemente extendemos la mano y nos lo entregan, éste es el caso de la salvación por la fe en Jesucristo. Es "gratuita" no tenemos que pagar nada, no tenemos que hacer nada, no tenemos que trabajar por nada, sino simplemente confesar con nuestros labios y de todo corazón (eso es la fe), que creemos que Jesús siendo el Hijo de Dios, murió por nuestros pecados y que por ello somos justificados y redimidos delante de Dios y para Dios.