viernes, 20 de febrero de 2009

El que no está sirviendo... no sirve

Unas de las palabras más impactantes de la Escritura son cuando Jesús, habiendo sido partícipe de crear el Universo y la humanidad (Génesis 1:27), y habiéndose despojado de Su Reinado (Filipenses 2:5-7) exclamó: "No he venido a ser servido... sino a servir y dar mi vida por otros" (Mateo 20:28). Durante tres años y medio instruyó a sus discípulos, ciertamente en el evangelio, pero también a servir; cuando fueron elegidos los siete Diáconos, los discípulos los instruyeron a servir; cuando Pablo fue elegido fue elegido e instruido para evangelizar pero también para servir.

Uno no se acerca al evangelio para ser servido, uno se acerca al evangelio para servir. Los que se acercan al evangelio para ser servidos Jesús los considera "religiosos", "sepulcros blanqueados", "hijos de su padre el diablo" (vea Mateo 23 los 7 ayes de Jesús sobre quienes predican para vivir y no viven para predicar). El Salmista también nos intruyó en servir cuando nos escribió: "Compra la verdad y no la vendas" Proverbio 23:23.

Es profundamente lamentable ver que las palabras del Salmista no han sido escuchadas por muchos, pues hay quienes compran la verdad y la venden, haciendo muy mal; pero hay otros, peores, que no sólo la venden sino la alquilan, pues al cobrarla cada mes (contraviniendo una orden ya caduca, vea Hebreos 8:13) ya parece alquiler de un inmueble o lissing. Y ya no hablemos de los que creen que con dienero se puede comprar a Dios, vendiendo indulgencias. Ingresar al evangelio implica sacrificio, implica sufrimiento, implica servicio, las ofertas, los premios, y los galardones, si estudiamos la Escritura sin interés alguno... son para después de muertos (lo que tampoco implica que tengamos que vivir una vida de miseria). Amén.