martes, 1 de septiembre de 2009

No se lo digas a nadie.

Jesús desciende del monte de dar sin duda alguna, la mejor prédica que la historia humana haya podido escuchar, en otras palabras si alguien en algún momento estuvo lleno de la plenitud del Espíritu Santo para predicar, ese fue el momento. Baja del monte pues, todavía, sudando el aceite de la unción divina, en esas condiciones un leproso de postra ante El, y le dice: "Señor, si quieres, puedes limpiarme" (Mateo 8:3). Jesús lo sana, y ¿Cuál es la reacción de Jesús después de esto?

Llamar a los discípulos y decirles: "Hermanos, para la próxima vez que entremos a un pueblo: Pedro tú te encargas de las mantas estratégicamente colocadas; Felipe, te encargo los anuncios de radio, que sean impactantes; Andrés, no se te olviden los rótulos en las mejores esquinas, ah y también repartir panfletos el domingo. NO, NO y NO. Jesús le dice al propio interesado: VE, Y NO SE LO DIGAS A NADIE (Mateo 8:4). Y como que era una costumbre de Jesús, porque lo mismo le dijo al ciego que estaba fuera de la sinagoga en Galilea (Marcos 1:39-44). Y casualmente, cuando le trajeron a otro ciego de Betsaida le dijo lo mismo (Marcos 8:22-25). ¡Qué LAMENTABLE CONSTRASTE CON LOS "UNGIDOS" DE HOY!

El Proverbio 23 verso 23 dice claramente: "Compra la verdad y NO LA VENDAS". Y en Mateo 10:8, Jesús mismo nos exhorta diciendo: "Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios, DE GRACIA RECIBISTEIS, DAD DE GRACIA". Nos da la impresión que todo aquél que habiéndo recibido de gracia un don de Dios, luego de utilizarlo va y se preocupa más de publicarlo que de publicar el nombre bendito de Jesús, tiene motivos equivocados y ocultos, que no van con el carácter de Jesús. Muchos el día de hoy, en lugar de no contárselo a nadie, se lo quieren contar a todos... Señor, líbranos de la tentación de cada día, amén.