sábado, 3 de abril de 2010

La cruz no fue un final sino un principio.

Muchas personas durante los últimos dos mil años, han creído que la muerte de Jesús en la cruz fue el final de todo, tanto así, que se han quedado adorando esa cruz. No han alcanzado a ver que esa muerte de cruz fue tan sólo el principio de una nueva era. Muchos aún ven a un Jesús crucificado bendiciendo, repartiendo dones, y talentos, clavado en esa cruz en lo alto de un monte.

La escritura nos enseña que esa muerte de Jesús en la cruz, fue tan sólo el principio de algo mucho más grande. En el evangelio de Marcos por ejemplo leemos los siguientes textos, que ya, por sí mismos, nos enseñan los "primeros" frutos de lo que significó esa muerte, capítulo 15 y verso 37: "Mas Jesús, dando una gran voz, expiró". Verso 38, primer fruto: "Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo"... Significaba que desde ese momento, TODOS los creyentes teníamos acceso directo al trono celestial, ya no iba a ser necesario NUNCA más, que un hombre intercediera por otro hombre como sucedía en la antiguedad, ahora cada individuo tenemos la oportunidad de accesar directamente con el Padre Celestial, nonecesitamos recurrir a ningún líder, para que interceda por nosotros delante de Dios, eso ya lo hizo Jesús en su muerte. Verso 39: "El centurión que estaba frente a Jesús dijo: verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios"... Significaba que de ese momento en adelante, TODO ser humano que necesitaba ser salvo tenía que reconocer que la promesa hecha por Dios Padre hacía dos mil años a Abraham, se había cumplido, y era un requisito admitirlo para entrar al cielo. Capítulo 16 y verso 6: "Jesús nazareno, el que fue crucificado, ha resucitado"... Significaba que la cruz no había sido un fin sino un medio, por el cual Dios se acercaba a los suyos. Verso 15: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura"... Significó la expansión total del evangelio de Jesuscristo a los suyos, y a los que en ese momento no éramos suyos.

El gran mérito de Jesús no está solamente en su muerte, sino más bien en su resurrección. El gran consuelo que tenemos los creyentes en Nuestro Señor Cristo Jesús, es que cada año no tenemos que llevar ofrendas a su tumba, como lo hacen los miembros de cualquiera de las religiones existentes... sino que lo adoramos en Espíritu, porque esa si es la verdad. Acaso esas fueron las palabras más importantes que Jesús mismo le mensionara a una samaritana en Juan capítulo 4. Tratemos de entender pues, que la muerte en la cruz del Cristo, del Ungido, del Mesías de Dios, no fue un final sino un principio.