jueves, 14 de mayo de 2009

Mejor estar en casa de luto que en casa de banquete.

Las palabras con las que se titula el mensaje del día de hoy, fueron escritas por uno de los hombres más sabios que ha existido sobra la faz de la tierra, Salomón. Las escribió en el libro de "consejos prácticos para una buena vida cristiana" solamente que quienes lo leemos lo conocemos como el libro de Eclesiastés. En la antesala de éstas palabras dijo: "Mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento" Eclesiastés 7:1-2.

Hace muchos años (se cumplieron 35 el día 28 de marzo pasado para ser exactos) murió mi primer hijo, luego de su muerte Andrés, un sacerdote católico, me dijo unas palabras muy sabias que aún guardo en mi corazón: "Julio, por desconocimiento de Dios, nosotros reímos cuando alguien nace y lloramos cuando se muere, pero la realidad es que debiéramos hacerlo al revés".

Anoche estuvimos en el velorio de una gran mujer, estuvimos acompañando a los hijos de nuestra hermana Alice. Entonamos varios coros, específicamente los coros que a ella le gustaban mucho, fue una mujer a la que el esposo incrédulo la dejó no solamente por una, sino por cuatro mujeres más, pero ella a su divorcio se casó con Dios y permaneció fiel a Dios y a sus hijos, es más, tan es así que fue uno de sus hijos (quien hoy es pastor) quien llevó el servicio. Fue una de aquella mujeres a las se aprende a amar y a respetar entre propios y extraños. La estábamos despidiendo, pero no por eso hubo gritos escandalosos, ni dramas porque partió. ¿Y cómo iba a ser así? Si todos los que estábamos acompañándola la última noche que su cuerpo pasaría sobre ésta tierra, sabíamos que ayer llegó a la vida eterna. Todos los que estábamos allí, sabíamos que era egoísta quererla tener con nosotros cuando iba con su Señor. Cómo llorarla, si sabíamos plenamente que TODAS las promesas que un día le hizo Dios... las estaba viendo y recibiendo para toda una eternidad. No le decimos adiós sino gracias por su amor y su ejemplo. Y le decimos sí hermana Alice, anoche que la acompañamos por última vez, estuvimos más contentos en la casa del luto que en la casa del banquete. Nos veremos pronto.