jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Cómo sabemos que estamos ante un justo?

La escritura nos habla constantemente de justos e impíos, nosotros consideramos generalmente impío a aquél que nos hace algún daño, pero, lastimosamente todos hacemos daño consciente o inconscientemente, lo que nos daría como resultado que todos somos impíos. Ciertamente la misma escritura nos dice que no hay NADIE bueno sobre la faz de la tierra entre los humanos, pero también es verdad que cuando llegamos a los pies de Cristo, somos transformados.

Como compartimos hace unos días el hecho de llegar a los pies de Cristo no nos hace "perfectos" inmediatamente, tan sólo nos inicia en ese camino, "salvos inmediatamente sí somos", pero la perfección y la santidad no se alcanza espontáneamente, esas virtudes hay conquistarlas. Ahora bien,¿Cómo reconocemos a las personas que están verdaderamente luchando por alcanzarlas, y es más, cómo sabemos que nosotros mismos vamos en ese camino? La misma escritura nos da lineamientos que, si luchamos por seguirlos, algún día nos darán el resultado óptimo. Mientras tanto, vemos cómo otros van delante nuestro mostrándonos que SI es posible. Veamos el Proverbio del día de hoy (o sea el número 12), lo que nos dice acerca de los que van en ese camino de la justicia. Verso 2: "Los buenos alcanzarán el favor de Dios"; el verso 3: "La raíz de los justos no será removida"; verso 5: "Los pensamientos de los justos son rectitud"; verso 6: "La boca de los rectos los librará"; verso 7: "La casa de los rectos permanecerá firme"; verso 11: "La raíz de los justos dará fruto"; verso 9: "El justo saldrá de la tribulación"; verso 21. "Ninguna adversidad le acontecerá al justo"; y, el verso 26: "El justo sirve de guía a su prójimo".

Si nosotros encontramos personas en el camino del Señor que cumplan con algunos o todos esos requisitos, estaremos frente a una persona que ama a Dios y que desea llegar a esa perfección y a esa santidad que El nos ofreciera. Es más, si nosotros estamos luchando en alguna de esas áreas, es un buen síntoma de que queremos alcanzar esas metas. Tan simple como eso es el evangelio de jesucristo: Toma tu cruz y sígueme, no hay otro evangelio que salve, solamente el evangelio de Jesús, su cruz y su justicia.