viernes, 24 de julio de 2009

Y para la salvación de nuestra alma... a quién.

Cuando tenemos algún problema legal siempre buscamos a un abogado que nos ayude; cuando pensamos en construir nuestra casa, siempre pensamos en un ingeniero o un arquitecto que nos guíe; cuando nos enfermamos buscamos al médico para que nos alivie, y en todos los casos anteriores, siempre buscamos al mejor profesional que conocemos o en todo caso, al mejor que nuestra capacidad económica alcance a pagar.

Ahora bien, una pregunta que muchas veces nos hemos hecho es: ¿Por qué cuando se trata de nuestra alma, de nuestros asuntos espirituales, no buscamos al mejor, sino andamos con depreciados sustitutos? A qué llamamos depreciados sustitutos, pues a hechiceros, a adivinos, a mediums, y a agoreros. Sabemos y la historia es testiga de ello, que todas esas personas son unos farsantes, que son unos engañadores y que solamente viven de hacer creer a la gente lo que la gente quiere creer. Por ello, Dios por medio de la Biblia nos hace saber que NO los consultemos, ni mucho menos que seamos uno de ellos (Levítico 19:26). Usted o nosotros no podemos depender de un horóscopo para vivir nuestro día, nosotros debemos depender de lo que Dios nos hable en la mañana que nos levantamos a estar con EL, para saber qué, cómo, dónde, hacer lo que tenemos y debemos hacer.

Nos dice Dios: ¿Por qué has de poner tu vida en manos de los adivinos y de los agoreros, cuando yo "deshago" las señales de los adivinos y "enloquezco" a los agoreros? (Isaías 44:25). Solamente Dios es el que sabe lo que es bueno para nosotros, entonces, ¿Por qué no buscar a quien corresponde para salvar nuestras almas eternas? ¿Si el abogado espiritual que tenemos disponible es Jesús, por qué buscar a otro? ¿Si el que pagó nuestra deuda espiritual fue Jesús, por qué darle las gracias a otro o a otros? ¿Si el recurso que tenemos para ser salvos es Jesús, por qué ponernos en manos de falsos abogados espirituales?.