domingo, 1 de marzo de 2009

El gusano de Jacob

El hombre se dejó caer en el sofá de la sala funeraria, y, a pesar del murmullo, a pesar todavía de no poder salir de su asombro, a pesar de que no podía creer lo que había sucedido, el lógico cansancio y el agotamiento lo vencieron al fin y se quedó dormido. En su sueño el hombre pensaba: qué noche tan largo, mañana que me despierte TODO habrá terminado. Sin embargo, con el amanecer, con el clariar del día y con el frío de la mañana, el hombre abrió sus ojos y lo primero que vió fue un féretro blanco, sí, el féretro blanco conteniendo los restos mortales de su niño de dos años, que accidentalmente, él mismo había atropellado el día anterior. Una escena horrible. Una escena que en la mente de éste hombre se repetirá muchas veces en lo que le queda de vida.

Isaías nos muestra en el capítulo 66 de su libro del verso 22 en adelante, que escenas como esas son las que vivirán quienes mueran sin conocer a Dios. Todas las consecuencias de los pecados que cometieron, todo lo malo que trajeron consigo los errores, esas serán las escenas que pasaran por las mentes eternamente, si alguien muere sin aceptar a Jesús como su personal y suficiente salvador.

"Porque como los cielos y la tierra nueva que yo hago permanecerán para siempre, dice Jehová, así permancerá vuestra descendencia y vuestro nombre... y de día en día y de mes en mes... saldrán todos los creyentes a adorar a Dios y verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, PORQUE SU GUSANO NUNCA MORIRA NI SU FUEGO SE APAGARA". Así declara la voluntad de Dios para la eternidad de los tiempos Isaìas 66:22-24. Esto es conocido como el gusano de Jacob, una pesadía constante por toda la eternidad. Una escena horrible.