lunes, 5 de octubre de 2009

El que niega el pecado, nunca saldrá de el.

No somos pocos los que nos frustramos por la constante batalla en contra de algún vicio, de alguna debilidad o de alguna situación que nos ha perseguido por muchos años y que no logramos vencer. Sentimos que ya hemos llegado al límite de nuestras fuerzas, y quizás ya llegamos al punto en que pensamos: "Esto es imposible para mí, no lo voy a lograr nunca". Esa lucha, esa batalla, ese agotamiento viene porque no nos postramos delante de Dios para hablar sinceramente con EL, porque no hacemos un examen interno exhaustivo de nosotros mismos, para ver qué es lo que hicimos o estamos haciendo mal y que no le agrada a Dios, siendo el estorbo para nuestra victoria. Nos explicamos mejor.

Cuando Josué estaba conquistando "La tierra prometida", hubo un momento en el que no podían seguir venciendo a los enemigos. Josué desesperado porque la lucha infructuosa estaba costando hasta vidas inocentes, se postra delante de Dios y lo cuestiona (vea Josue 7:7). Pero pronto Dios le hace ver que el problema está adentro de Israel no afuera. Acán, uno de los soldados había tomado de lo prohibido de los enemigos y habíendo ofendido a Dios, éste se había apartado de las filas de batalla. Y Acán hizo silencio, guardó su pecado y lo enterró en su misma tienda (ver Josué 7:21). Y aún, cuando vió el desastre siguió con su silencio, hasta que finalmente fue descubierto, entonces pagó con su vida y las de los suyos (ver Josué 7:24-25).

Si nosotros NO CONFESAMOS nuestros pecados sino los escondemos, Dios se apartará de nosotros, y no solamente no lograremos la victoria en esas áreas sino que eventualmente hasta moriremos y quizás hagamos morir a los nuestros. Por cierto, el confesar los pecados no es írselos a decir a otro pecador como nosotros, los pecados se confiesan a Dios y a las personas ofendidas o implicadas. No podemos ofender a Pedro, ir y pedir perdón a Carlos, para que éste nos de una penitencia y ya... nuestro pecado está perdonado. ¿Y el corazón ofendido de Pedro en dónde queda? ¿Se conformará Pedro con el perdón que Carlos nos dió, sin haber sido él el ofendido? Pablo dijo: "Confesáos vuestros pecados unos a otros" Sí, pero los que ofenden a los que fueron ofendidos, NUNCA a terceras personas; NUNCA los que ofenden a los que no han sido ofendidos, y para los cuales es fácil decir: vete, estás perdonado. Pues en ese caso, el pecado sigue oculto, y eso es precisamente lo que conlleva la muerte del pecador, ocultar la falta.