viernes, 19 de marzo de 2010

Vida después de la muerte.

La pregunta del millón de dólares para muchas personas sería resolver si hay vida después de ésta. Para el creyente la "certeza" de esa respuesta es lo que lo hace vivir apartado de muchas tentaciones de la carne. Para el no creyente es la "incertidumbre" de esa respuesta, lamentablemente, lo que lo hace vivir en el desorden y la indisciplina en la que viven.

No hace falta ser un genio ni estudiar por treinta años la escritura, para averiguar la certera respuesta de esa pregunta. El no creyente vive con la idea de que al morir, todo se termina, que ese día lo llevarán a un panteón, descansará para siempre sin estar pensando en facturas de agua, luz, teléfono, internet, rentas, etc. y que por muchos años un pariente le llevará flores y punto. Pero la escritura no dice eso. Jesús dijo en oración al Padre refiriéndose a sus discípulos y a los que creyéramos por la palabra del evangelio predicado por ellos: "Padre, aquellos que me has dado (los salvos, los santos, los escogidos) EN DONDE YO ESTOY quiero que también estén conmigo" (Juan 17:24), y déjenos decirle que Jesús estará en cualquier parte del universo... MENOS en un sepulcro. Luego, Jesús también dijo: "En la CASA de mi Padre muchas MORADAS (casas, viviendas, habitaciones) hay, si así no fuera, yo os lo diría, voy, pues, a preparar un lugar para vosotros" (Juan 14:2).

Para el final de los tiempos la Palabra de Dios dice en Apocalipsis: "Bienaventurados los que son llamados a la CENA DE LAS BODAS del Cordero" (Apocalipsis 19:9). Y finalmente vemos. "Y las CALLES de la CIUDAD eran de oro puro" (Apocalipsis 21:21). ¿Cómo no habrá vida después de ésta vida, si tenemos el testimonio de Jesucristo de que quiere que donde EL está, estemos nosotros? ¿Que nos dice, que en la casa de su Padre, que es el hogar de Jesucristo ahora, y que será el nuestro, hay muchas viviendas preparadas para nosotros? ¿Que hay una cena y una boda con invitados y quiere que nosotros estemos allí? Y, finalmente, hay una ciudad cuyas calles son de oro. ¿Cómo pues no habrá vida, después de ésta vida?