miércoles, 24 de febrero de 2010

Mi Dios, pues, os suplirá todo lo que os falta.

Cada mañana que el hombre se despierta y se levanta para ir al trabajo, no lo hace sólo por mecánica práctica, sino lo hace por un afán, por un ideal, por una meta fija que ya había establecido años atrás. Todo ser humano tiene ilusiones a las que aspira y por las que lucha, por ello trabaja, pero dependiendo el grado de fuerza de esa su lucha así será lo que logre, salvo, circunstancias ajenas a su buena voluntad y esfuerzo.

Dios fue quien puso esa semilla en el hombre pero también le puso límites, si esos límites se traspasan, quien lo haga estará en serios problemas. Quizás logre la meta deseada, o quizás la logre antes que cualquier otro, pero sus resultados no serán los mismos. Pablo, cuando se dirigía a los Filipenses les dijo en 4:19: "Mi Dios, pues, os suplirá TODO lo que os falta conforme sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". Pablo estaba rodeado de gente como nosotros, gente que todos los días se levantaba a trabajar para tener un techo para su familia; una mesa con alimentos suficientes para que esa familia viviera decentemente; y trabajo que le proporcionara a todos una vida tranquila. Eso, no era malo ni lo es.

Lo malo es cuando uno NO se conforma "con lo que Dios suple"; lo malo es cuando uno "cree" que merece vivir mejor; lo malo es cuando uno "quiere" vivir en opulencia con el menor o el mismo esfuerzo que los demás. Nótese que la palabra dice: Mi Dios, pues, suplirá TODO LO QUE OS FALTA, no dice lo todo lo que OS GUSTA, o, todo lo QUE QUERÉIS, o, todo lo que DESEAIS, pues eso, es muy diferente. Todos "necesitamos" un vehículo, pero no necesariamente un Merces Benz; todos "necesitamos" un trabajo, pero no ser gerentes o propietarios; todos necesitamos descansar, pero no "necesariamente" hipotecarnos para ir a Costa de Marfíl. Mi Dios, pues, suplirá según sus riquezas en gloria... pero según su santa voluntad.