jueves, 12 de marzo de 2009

Estamos viviendo con la D de Dios o con la D del Dinero.

El ser humano en su caminata por éste mundo no tiene sino solamente dos caminos, o vive por la D de Dios o vive por la D del Dinero. El hecho es que ambos caminos tienen finales diferentes, por ello fue que Jesús muy sabiamente exclamó: "Ninguno puede servir a dos amos al mismo tiempo, o servís a Dios o servís al Dinero" (Mateo 6:24). Es impresionante que habiéndo Jesús participado de la creación del ser humano, y por lo tanto, sabiéndo los miles de millones de personas que pasaríamos por éste mundo dijera: NINGUNO.

Uno de los problemas de vivir con la D del Dinero es que nos hace creer que somos lo que somos y que hemos alcanzado lo que hemos alcanzado por nuestras propias fuerzas, por nuestro propia inteligencia, que ha dependido de nosotros el estar en donde estamos, en otras palabras no nos permite ver que es Dios quien da, quien quita y si así le place volver a dar.

El problema más grave de vivir con la D del Dinero es que no nos permitirá estar atentos a la venida del Señor, imagínese usted que en Isaías 29:1-5 Dios le dice a Jerusalén su tierra (pues Ariel es un nombre hebreo para referirse a Jerusalén): "añadid un año a otro año, las fiestas sigan su curso pero REPENTINAMENTE vendrá la destrucción". Ahora el punto es, imagínese usted lo que le sucederá al mundo, si para el pueblo de Dios no habrá advertencia. Meditemos.

Nota: Esta crisis económica mundial que se vive, creo fervientemente que es una oportunidad para que el hombre busque a Dios y deje por un lado el Dinero. (Quise poner Dinero con mayúsculas siempre para resaltarlo).