sábado, 7 de marzo de 2009

El día en que Dios juzgará todo y a todos.

Pablo explecándoles a los judíos que vivían en Roma, cómo era que Dios deseaba que vivieran después de haber aceptado que Jesús era su salvación, y que, les había traído tanto una nueva ley como una forma de vida, les dice: "Llegará un día en el cual Dios juzgará todos los secretos de los hombres", pero les explica también cómo será ese juicio: "por Jesucristo y conforme al evangelio" (Romanos 2:16).

¿Qué implicaciones trae ese juicio? Varias. Primero, nos está diciendo que "todos" los seres humanos tenemos secretos en nuestro corazón que no sabe nadie, ni nuestra-o compañero de vida, ni nuestros padres, ni nuestros hermanos en la sangre, ni los hermanos en la fe, secretos realmente ocultos (vea el final de la Parábola del Sembrador en Lucas 8:17 en donde dice que no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto a todos). Segundo, en el juicio estará presente Jesús, pues fue el que derramó su sangre por los pecados de todos, el será el abogado de los suyos (Primera de Juan 2:1) ante el fiscal acusador que es satanás.

Tercero, el juicio será según el evangelio de Jesús y por lo tanto con las normas que ese evangelio nos dictó, no bajo normas o reglas que haya puesto hombre, religión o secta alguna. Cuarto y no por ello menos importante, hay un día señalado para ese juicio (Salmo 75:2). Y, aunque pareciere broma tenemos que señalar que ese día no es como cuando sacamos las placas de los carros, que tiene prórroga, pues ese juicio tiene su año señalado, tiene su mes señalado, tiene su día señalado y es más, ese día tiene su hora señalada (Apocalipsis 9:15). El día de la preparación es hoy, no ese día, pues ese día solamente se dictará si vamos para arriba o vamos para abajo.