domingo, 8 de noviembre de 2009

No por qué, sino porque somos soldados de Cristo.

Algunas personas lectoras de éste blog nos cuestionan del ¿Por qué tiene que sufrir el cristiano? ¿Por qué tantas batallas? ¿Por qué pareciera que la caminata es una constante de ir hacia arriba y en camino empedrado? ¿Por qué detrás de una batalla viene la otra? La respuesta es simple. ¡Somos soldados del ejército de Cristo!

Pablo nos explica en 2da. de Timoteo 2:2 que: "Somos soldados del ejército de Cristo y que por eso, es que sufrimos penalidades". Ahora bien, la pregunta es: ¿Conoce usted un soldado de alguna nación poderosa, que se prepare por gusto? La historia nos es testiga que cada soldado de cada ejército de cada nación poderosa o imperio, ha peleado más de una vez en su vida, y muchos, han peleado toda su vida, y es más, muchísimos han dejado su vida en el campo de batalla. Entonces, ¿Cómo hemos de pertenecer al ejército más grande, más glorioso y más exitoso que la historia humana haya de contar por siempre, y no vivir en batallas sean éstas materiales o espirituales?

El evangelio de Jesucristo nos dice: "Toma tu cruz y sígueme", no estaba hablando jesucristo, repetimos pues ya lo hemos predicado antes, de una cruz de madera física, nos habla de batallar contra el licor el borracho, contra las drogas el adicto, contra la carne el lascivo, contra la burla el escarnecedor, contra el robo el ladrón, contra el placer los adúlteros, contra las malas palabras los maldicientes, contra el carácter los iracundos, etc. Eso y nada más que eso es el evangelio de Jesucristo. Luchar por agradarlo a EL y no por agradarnos a nosotros. La cuestión al final no viene a ser ¿Señor por qué batallamos?, sino más bien, batallamos porque somos del ejército de Jesucristo.