martes, 11 de agosto de 2009

Comportémonos como es digno del evangelio.

La corrupción, la negligencia, la maldad, el engaño, la mentira, etc, etc, han llegado a un punto muy crítico en el medio cotidiano humano, nos cuesta confiar ya en la palabra de algunas personas, ya en todos los aspectos de la vida estamos viviendo desde hace buen tiempo lo que nosotros llamamos "el colmo de".

Los políticos se han vuelto descarados para sus fechorías; las altas esferas de las autoridades están abierta y descaradamente metidas y sometidas al crimen organizado; el hombre ya mira al hombre como un producto de consumo y no como un ser humano; aún en las reuniones más íntimas y familiares que usted pueda encontrar nunca falta alguien que trate de comerciar con usted, perdiendo así el objetivo de la reunión. La biblia nos habla de que hagamos todo lo contrario, de que NO nos dejemos de reunir para hablar de los negocios de Cristo, especialmente, cuando el tiempo de su venida esté cercano (lea 1era. de Tesalonicenses capítulos 4 y 5).

La perfección ciertamente aquí en la tierra no la alcanzarán más que los 144,000 varones que Dios señale para el tiempo del fin, y que dicho sea de paso serán blanqueados por El, y no por mérito propio. Pero mientras tanto, nosotros tenemos que vivir con respeto al evangelio que hemos recibido, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por honrar la Palabra de Dios. ¿Cómo querrán los del mundo venir a Cristo, si nos miran caminar con ellos en los bares, en desordenes y en pasiones como ellos lo hacen? ¿Para qué querrán venir a la iglesia si aquí hacemos lo mismo que ellos hacen, sólo que sin hipocrecía? Pablo nos recomienda que: Vivamos y nos comportemos como es digno del evangelio.