martes, 1 de diciembre de 2009

¿Qué es lo que Dios busca de nosotros?

Si todavía existiera el programa de televisión de los sesenta y cuatro mil dólares, quizás ésta sería la última pregunta, luego de la cual el que la respondiera saldría como justo ganador. Por siglos la humanidad se ha estado preguntando, como lo hizo Saulo de Tarso, cuando fue tirado por su montura ¿Señor, qué quieres de mi?

La respuesta está en los inicios mismos de los tratos de Dios con su pueblo, cuando luego del Exodo, los llevó por el desierto hasta el monte Sinaí para darles la Ley, nos narra la historia en Exodo 19:5 que les pidió: "Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros sereis mi especial tesoro sobre todos los pueblos". Todo lo que Dios deseaba de su pueblo, es lo mismo que desea hoy de nosotros: obediencia y fidelidad. Prueba de ello fue el agrado que tuvo Dios cuando ellos dijeron: "Todo lo que Jehova ha dicho, eso haremos" (Exodo 19:8).

Dios no quiere que nos mantengamos cruzando ríos infestados de cocodrilos, no desea que pasemos meses en ayunos, que nos despojemos de todo lo que tenemos para que se lo demos a los pobres. El desea simple y llanamente "obediencia y fidelidad", si nos dice que oremos por otros, pues que oremos por otros; si nos dice que escribamos acerca de sus negocios, pues que escribamos acerca de sus negocios; si nos pide que hoy demos una ayuda por aquí, pues que demos una ayuda por aquí; si lo que quiere es que estemos en reposo, pues reposemos. La vida y la relación con Dios es sencilla y tranquila, no es una vida de andar construyendo, ampliando y conquistando a voluntad propia, es simplemente una vida de "obediencia y fidelidad". Con vivir una vida que inste a otros a acercarse al Señor, es suficiente prédica del verdadero evangelio de Jesucristo. Meditemos.